martes, 16 de septiembre de 2008

DIARIO DE UN PERRITO


Semana 1- Hoy cumplí una semana de nacido! Qué alegría haber llegado a este mundo!


1 mes- Mi mamá me cuida muy bien. Es una mamá ejemplar!


2 meses- Hoy me separaron de mi mamá. Ella estaba muy inquieta y con sus ojos me dijo adiós, esperando que mi nueva “familia humana” me cuidará tan bien como ella.


4 meses- He crecido rápido; todo me llama la atención, hay varios niños en la casa que para mi son mis “hermanitos”. Somos muy inquietos, ellos me jalan la cola y yo les muerdo jugando.


5 meses- Hoy me regañaron. Mi ama se molestó porque me “hice pipí” dentro de casa; pero nunca me han enseñado donde debo hacerlo.Además, duermo en la recámara, ya no me aguantaba!


8 meses- Soy un perro feliz. Tengo el calor de un hogar; me siento tan protegido. Creo que mi familia humana me quiere y me consiente mucho. Cuando están comiendo me convidan, el patio es para mi solito y me encanta escarbar para esconder su comida. Nunca me educan, ha de estar bien todo lo que hago.


12 meses- Hoy cumplí un año. Soy un perro adulto. Mis amos dicen que crecí más de lo que imaginaban (qué orgullosos se deben sentir de mí!)


13 meses- Que mal me sentí hoy, mi “hermanito” me quitó la pelota. Yo nunca le agarro sus juguetes, así que se la quité.Pero mis mandíbulas se han hecho muy fuertes y lo lastimé sin querer. Después del susto me encadenaron, casi sin poderme mover, al rayo del sol. Dicen que van a tenerme en observación y que soy un ingrato. No entiendo nada de lo que pasa.


15 meses- Ya nada es igual…vivo en la azotea. Me siento muy solo. Mi familia ya no me quiere y ya se compraron otro perro chiquito. A veces se les olvida que tengo hambre y sed, y cuando llueve no tengo techo.


16 meses- Hoy me bajaron de la azotea. De seguro mi familia me perdonó.Yo me puse tan contento que daba saltos de gusto. Y aparte me van a llevar con ellos de paseo. Nos enfilamos hacia la carretera y de repente se pararon. Abrieron la puerta y yo me bajé feliz, creyendo que haríamos un día de campo. No comprendo porque cerraron la puerta y se fueron.“Oigan! esperen!” ladré…”se olvidan de mi!”… Corrí detrás del coche con todas mis fuerzas. Mi angustia crecía al ver que casi me desvanecía y ellos no se detendrían: me habían abandonado.


17 meses- He tratado en vano de buscar el camino de regreso a casa. Me siento solo y estoy perdido. En mi sendero hay gente de buen corazón que me ve con tristeza y me da algo de comer.Yo les agradezco con mi mirada desde el fondo de mi alma. Quisiera que me adoptaran y sería leal como ninguno, pero solo dicen: “pobre perrito, se ha de haber perdido”


18 meses- El otro día pase por una escuela y vi muchos niños como mis “hermanitos”. Al verme un grupo de ellos, riéndose, me lanzaron una lluvia de piedras para “ver quien tenía mas tino”. Una de las piedras me lastimó un ojo y ya no veo con él.


19 meses- Parece mentira, cuando estaba mas bonito se compadecían más de mi. Ya estoy muy flaco, he cambiado mucho.Perdí mi ojo y la gente me saca a escobazos cuando pretendo echarme a una pequeña sombra.


20 meses- Casi no puedo moverme. Hoy al cruzar la calle, un coche me arrolló. Según yo estaba en un lugar seguro llamado “cuneta”, pero nunca olvidaré la mirada de satisfacción del conductor que hasta se ladeó para centrarme. Ojalá me hubiera matado, pero solo me dislocó la cadera. El dolor es terrible, mis patas traseras no me responden y con dificultad me arrastré hacia un poco de hierba a la ladera del camino. Llevo 10 días sin comer bajo el sol, la lluvia y el frío. Ya no puedo moverme. El dolor es insoportable. Me siento muy mal, quedé en un lugar húmedo y parece que mi pelo se está cayendo.Alguna gente pasa y ni me ve, otras dicen: “no te acerques”.
Ya casi estoy inconsciente; pero alguna fuerza extraña me hizo abrir los ojos. La dulzura de su voz me hizo reaccionar. “Pobre perrito, mira cómo te han dejado”, decía… Junto a ella venía un señor con bata blanca, empezó a tocarme y dijo: “lo siento señora, este perro ya no tiene remedio, es mejor que deje de sufrir”. A la gentil dama se le salieron las lágrimas y asintió. Como pude, moví mi rabo y la miré agradeciéndole que me ayudara a descansar. Solo sentí el piquete de la inyección y me dormí para siempre pensando en porque tuve que nacer si nadie me quería.

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