jueves, 18 de diciembre de 2008

CUERPO Y ALMA


De las muchas cosas escritas, muy pocas están verificadas. Sócrates estaba convencido de la inmortalidad del alma, así como Platón. Pero en esto, con toda humildad, disiento de tan grandes maestros, por las razones que a continuación expondré. Ante todo, partamos del supuesto de que el hombre se compone de dos partes bien diferenciadas, esto es, la materia y el espíritu, o, lo que es lo mismo, el cuerpo y el alma. El alma es lo que infunde vida al cuerpo, de tal modo que cuando lo abandona, el cuerpo deja de funcionar y decimos que el hombre a quien pertenecía ha muerto. En cambio el alma sí puede existir sin el cuerpo, como demuestra el hecho de que cuando el cuerpo está inanimado, ya cuando duerme, ya cuando por alguna otra causa ha perdido el conocimiento, el alma lo abandona y va a su antojo, liberada de toda atadura, por lo que puede salvar las mayores distancias en un instante, incluso desplazarse en el tiempo, transmutarse en otra persona sin perder por ello la conciencia de su propia identidad, y tener contacto con seres vivos o muertos, humanos o animales, incluso con muertos o quimeras, así como acometer hazañas que el cuerpo sería incapaz de realizar, o disfrutar de deleites que al cuerpo sería incapaz de realizar, o disfrutar de deleites que al cuerpo le resultarían inalcanzables, por no hablar de todo tipo de perversiones. A estas experiencias las llamamos sueños. No obstante, si los analizamos un poco, veremos que en estos episodios el alma obtiene más pesares que alegrías, a menudo sufre persecuciones, opresiones, angustias y tristezas, y se halla siempre en un estado de gran confusión, como si hubiera perdido el juicio. Por eso, al cabo de muy poco tiempo, regresa al cuerpo y lo despierta con gran prisa y agitación, y cuando de nuevo se une a él, se tranquiliza y experimenta tal bienestar que los problemas y molestias de la vida real le parecen nimios en comparación con los apuros que ha pasado en sus correrías. Y si es así, ¿qué sucederá si después de la muerte el alma se ve obligada a vagar eternamente, sabiendo que nunca podrá regresar al cuerpo que la contuvo, puesto que éste se ha reducido a polvo? Por esta razón, muchos pueblos embalsaman y momifican a sus muertos, procurando conservar lo mejor posible el cuerpo, para que el alma no se vea del todo privada de él. Pues si bien el alma, por su capacidad, parece pertenecer al mismo orden natural que los dioses, en realidad es inferior al cuerpo, y está subordinada a él, y sólo con él consigue protección y sosiego. Por todo ello, no me parece lógico que los dioses nos hayan condenado a un suplicio semejante, y prefiero creer que una vez apurados los trabajos y sinsabores de esta vida, cuando nuestro cuerpo deje de sentir, el espíritu también encontrará su descanso regresando a la nada en la que estaba tan plácidamente antes de haber nacido.


El asombroso viaje de Pomponio Flato (Eduardo Mendoza)

No está mal este libro, tiene un humor un poco absurdo. Me costó arrancar un poco al principio, pero luego es entretenido.

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